Tema 1.1.5




Fin último, felicidad y racionalidad.

Si una persona tiene hambre, pasa directamente a la acción de comer. Si tiene frío, se pone ropa de abrigo; si tiene calor, busca un lugar resguardado del sol. Si, en cambio, está globalmente descontenta de la vida que lleva, la única acción disponible para tratar de poner remedio a la situación es pensar, razonar, preguntarse qué es lo que en el fondo quiere y no está consiguiendo hasta ahora. Pensar, razonar, plantearse preguntas son modos de búsqueda racional, y la búsqueda racional es siempre búsqueda de la verdad; en este caso, búsqueda del verdadero bien humano. El hambre, el frío, el calor y otras cosas por el estilo son señales que nos indican necesidades de una o varias tendencias particulares, cuyos fines nos resultan perfectamente conocidos, por lo que es bien sencillo saber lo que se ha de hacer para satisfacerlas. El descontento global, por el contrario, no nos señala la frustración de una o varias tendencias particulares, sino la insatisfacción de la aspiración natural a la felicidad. El hecho de que esta insatisfacción desencadene un proceso de búsqueda racional manifiesta simplemente que la aspiración a la felicidad está radicada en la voluntad, es decir, en el aspirar que sigue a la razón y que como ésta tiene una amplitud virtualmente infinita.
La felicidad es una aspiración (una «necesidad», si se quiere) propia y exclusiva de la vida racional. Es un deseo razonable que sólo podrá ser satisfecho razonablemente, de acuerdo con la razón.

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