Tema 1.2.4




Fin último y pluralismo

Un problema relacionado con el anterior consiste en que en la sociedad actual encontramos un pluralismo de proyectos de vida y de concepciones del bien humano. Por lo que, según Haber más, se nos plantea la siguiente alternativa: o se renuncia a la pretensión clásica de establecer una jerarquía de valor entre las formas de vida que la experiencia nos ofrece; o bien se ha de renunciar a defender el ideal de la tolerancia, para el cual cada concepción de la vida es tan buena como cualquier otra o, por lo menos, tiene el mismo derecho a existir y a ser reconocida.
La vida personal o «privada» es el ámbito de lo libre por excelencia, y precisamente por eso es intrínsecamente moral, ya que lo moral y lo libre tienen exactamente la misma extensión. 


Cada uno gobierna la propia vida según la concepción que le parece buena, y es misión de la Ética distinguir en ese ámbito el verdadero bien del bien sólo aparente. La objeción que ahora consideramos no niega que cada uno gobierna libremente su vida según la concepción que de ella se forma. Lo que niega es que la reflexión filosófica pueda o deba ocuparse de distinguir en ella lo verdadero y lo falso, abandonando todo intento de iluminar racionalmente las decisiones que necesariamente hemos de tomar. Es más, la Ética debería renunciar a ocuparse de la concepción de la vida, y ello por motivos éticos, es decir, para garantizar la tolerancia.
La objeción presupone la existencia de cierta incompatibilidad entre la búsqueda filosófica de la verdad y el respeto de la libertad personal, y propone resolver esa pretendida incompatibilidad mediante el sacrificio de la verdad sobre el altar de la tolerancia, lo que nos parece no menos inaceptable que el extremo opuesto de sacrificar la tolerancia sobre el altar de la verdad sobre el bien humano. 

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