Tema 1.2.1




La acusación de hedonismo

La tesis kantiana según la cual todo eudemonismo es un hedonismo. Conviene precisar ante todo el significado exacto de esa afirmación. Kant no tiene inconveniente alguno en admitir que ser feliz es una exigencia necesaria de todo ente racional finito. También concede que la moral, una vez que se ha constituido autónoma y exclusivamente sobre el deber, postula la existencia de «la incondicionada totalidad del objeto de la razón práctica pura, con el nombre de bien supremo», que consiste en la síntesis operada por Dios en la otra vida entre dos realidades de suyo heterogéneas, la moralidad y la felicidad, de suerte que quien por la virtud se hizo digno de ser feliz, lo sea realmente. Admitir como definitivo el sufrimiento de los justos y la prosperidad de los inmorales sería un escándalo para la razón.
Lo que Kant afirma rotundamente es que la felicidad y la moralidad son realidades esencialmente diversas, por lo que ni la felicidad puede ser un principio de la moral, ni la moralidad puede garantizar la felicidad. Desde el punto de vista de Kant  Si la felicidad es una realidad hedónica, consistente en la suma de todo placer y en la ausencia de todo dolor, las posibilidades son dos: o la consideramos como una realidad de naturaleza «extra-ética», y entonces no puede ser principio de la Ética; o la consideramos de algún modo como principio de la moral, y entonces la moral es un conjunto de reglas para obtener el placer y evitar el dolor o, lo que es lo mismo, es una moral hedonista.
Kant formula una tesis filosófica: la felicidad es, y no puede no ser, una realidad hedónica. Esta tesis depende del formalismo de la moral kantiana, el cual, a su vez, está estrechamente ligado a su teoría del conocimiento. El único acto cognoscitivo que nos pone en contacto con la realidad es la intuición sensible, y el único acto que pone a la voluntad en contacto con la realidad es el sentimiento de placer y de dolor. No hay objetos o contenidos del conocimiento y de la a petición que sean de índole racional.

Todo queda sometido a una alternativa que no admite mediación alguna: o formalismo o hedonismo. Pero la alternativa es falsa: está enteramente viciada por la aceptación del error común y fundamental del sensualismo.

Para Kant, o el placer está totalmente ausente del plano de la motivación, o lo ocupa y lo vicia por entero. Es una posición rigorista para la que cualquier idea de satisfacción de la tendencia es al menos sospechosa, ya que no admite que el bien moral pueda ser objeto de la aspiración humana.


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