Tema 2.2.2




El hedonismo moderno

También en la filosofía moderna y contemporánea existen doctrinas éticas hedonistas.
Éstas se diferencian generalmente de Epicuro en que no se presentan como una reflexión sapiencial sobre el bien global de la vida humana, sino como explicaciones científicas del obrar o, si se prefiere, como teorías científicas de la motivación: la búsqueda del placer y la fuga del dolor determinan siempre las acciones humanas. Son el resorte que explica efectivamente el comportamiento. Estas formas de hedonismo muchas veces contienen implícita o explícitamente una concepción materialista —es, por ejemplo, el caso de La Mettrie (1709-1751), Helvétius (1715-1771) y D’Holbach (1723-1789)—, utilitarista (Bentham, 1748-1832) o positivista, como sucede en Schlick (1882-1936).

La explicación hedonista del obrar humano tiene una pequeña parte de verdad. Es verdad, en efecto, que el impulso a evitar lo desagradable y lo doloroso está siempre presente de algún modo en nuestra vida. También lo es que a veces actuamos con el fin positivo de procurar un placer (hacemos algo agradable para divertirnos y liberarnos de la tensión y del cansancio del trabajo). Pero que el placer sea siempre el fin último y determinante de nuestro obrar es inexacto y contrario a la experiencia.

La explicación hedonista del obrar tiene diversos grados. El menos burdo es el que se limita a invertir la relación entre placer y actividad, pero sin romperla. Se reconoce que los placeres se distinguen entre sí según su conexión con actividades de diversa naturaleza y valor. Uno es el placer de componer música; otro, el de la lectura de obras de valor filosófico o literario; otro, el del exceso en el comer y beber.

Un segundo grado es el que considera el placer como un bien cualitativamente único e indiferenciado, que admite sólo variaciones cuantitativas (duración, intensidad, etc.). Las diversas actividades y bienes no sólo acaban resolviéndose en la resonancia sentimental subjetiva, como en el grado anteriormente mencionado, sino que ahora son vistas como simples medios que no tienen otro valor que el del mayor o menor placer que proporcionan.

 

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