El valor
absoluto e incondicional del deber moral
El obrar moral parece caracterizarse
desde un punto de vista fenomenológico e intuitivo más por estar regulado por
un deber o una norma de valor absoluto e incondicionado que por hacer
referencia a un bien supremo o fin último. Esta última referencia puede
interpretarse como subordinación de la obligación moral a una condición
subjetiva: si quieres alcanzar la felicidad, compórtate moralmente.
Existe un tipo o género de vida que es debido o
moralmente obligatorio para el hombre, mientras que la mayoría de las éticas
«de la tercera persona» sostienen que sólo algunas acciones pueden ser objeto
de un mandato o prohibición moral. La ética «de la primera persona» tiene un
sentido más hondo y menos minimalista del deber moral, aunque procura que la
insistencia sobre ese punto no desdibuje la primacía de la atracción de lo
bueno sobre la constricción del deber.
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