Fin último,
ética personal y virtud
La Ética quiere determinar lo que es
razonable buscar como fin último y, sobre esa base, pronunciar indicaciones
normativas y juicios de valor sobre los diversos proyectos de vida que, de
hecho, los hombres trazan para sí mismos.
La reflexión filosófica no pretende
decir en general todo lo que cada uno de los hombres debería hacer o
proponerse, la actividad profesional que debería ejercer, el modo concreto de
descansar, de atender a la propia familia o de manifestar sus convicciones
religiosas, etc. Pero sí puede determinar ciertas modalidades generales que
deben ser observadas (que son debidas, objeto de deber moral) en la elección y
ordenación de las diversas actividades y en la regulación y uso de los diversos
bienes humanos. Estas modalidades generales, de carácter normativo, recibieron
ya en la filosofía griega el nombre de virtudes. Las virtudes son criterios
normativos para el ejercicio de nuestras actividades y para el uso de nuestros
bienes, aunque no son sólo eso, ya que, en cuanto hábitos, poseen además una
dimensión afectiva y otra disposicional.
Si no se admite la posibilidad de
elaborar una concepción normativa del bien global de la vida humana, la Ética
se reduce voluntariamente a ética social e interpersonal (y eso con todas las
dificultades y aporías señaladas en los sub apartados precedentes), y la ética
personal (o de la «vida privada») es abandonada.
Aun con muchas dificultades, se puede
tratar de fundamentar la obligatoriedad o la ilicitud de ciertos
comportamientos interpersonales o sociales únicamente sobre la base de los
derechos de los demás o de ciertas exigencias de la justicia, pero esa base es
del todo insuficiente para fundamentar criterios normativos para la conducta
personal. De hecho, las figuras de Ética que, por diversos motivos, no elaboran
una concepción normativa del bien humano, hacen depender la vida privada de
opciones personales acerca de las cuales se declara que nada hay que decir ni
juzgar, aunque quienes afirman esto reconocen a la vez que existen ciertos
géneros de vida que no les parecen deseables, y que desde luego no desean ni
para sí ni para las personas a las que aman.
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